El lanzón Monolítico
Los antiguos pobladores de la cultura Chavín representaron a sus dioses en grandes monolitos. Los más conocidos son el Lanzón Monolítico, la Estela de Raimondi y el Obelisco Tello.
El Lanzón Monolítico es la figura más emblemática del complejo arqueológico Chavín de Huántar. Representa a la deidad principal de la cultura Chavín. Es uno de los ídolos prehispánicos que aún se conserva en su lugar original.
Su nombre de Lanzón se debe a su forma puntiaguda a modo de gran cuchillo o lanza. Monolítico porque es una escultura conformada por un solo bloque de piedra (proviene del griego: mono que significa «uno» y lithos que significa «piedra»).
Ubicación del Lanzón Monolítico
El complejo arqueológico Chavín de Huántar fue el centro administrativo y religioso de la cultura Chavín, construido y ocupado aproximadamente entre los años 900 y 200 a.C. El Templo Viejo era el templo más antiguo, que tiene forma de "U", en su interior hay una extensa red de pasajes y cámaras interiores íntegramente construidas en piedra. En una de las galerías subterráneas del Templo Viejo se encuentra el famoso Lanzón Monolítico, deidad principal de la cultura Chavín.
Iconografía del Lanzón Monolítico
El Lanzón Monolítico es una sola pieza hecha de granito de aproximadamente 4.53 metros de altura. Su impresionante tamaño, su concepción artística y su iconografía, hace pensar que ésta fue la divinidad suprema de Chavín de Huantar. Se le consideraba como el mediador entre el cielo y la tierra. En el Lanzón se encuentra representado de manera escultórica la imagen de un ser antropomorfo al cual se le ha incorporado atributos de animales feroces.
Este personaje se encuentra de pie, con la mano derecha levantada a la altura de la cabeza, con la palma al frente. La mano izquierda hacia abajo, con la palma sobre el muslo. En el mango del Lanzón se aprecia un tocado de dos penachos, el cual reposa sobre un rostro que lleva una frondosa cabellera de serpientes. Los ojos redondos presentan las pupilas mirando hacia arriba. La boca de felino presenta dos grandes colmillos, pues los colmillos eran símbolo de poder en la ideología tradicional andina. Las comisuras de los labios levantadas sugieren una mezcla entre la risa humana y la ira felínica. Se encuentra vestido con un atuendo de flecos y un cinturón del que se desprenden dos serpientes. Un par de orejeras, el collar y las pulseras que lo adornan, realzan su carácter sagrado.
El Ritual de Iniciación
Solo se permitía a algunos elegidos ingresar al templo para ver a la divinidad. Ellos se sometían a rituales de iniciación religiosa, que comenzaba con la ingestión de sustancias alucinógenas extraídas del cactus San Pedro. Luego los participantes ingresaban a las cámaras secretas de las galerías subterráneas del templo, que estaban diseñadas como si fuera un labernto.
Ver al Lanzón era la fase final del proceso de iniciación. Esto representaba todo un obstáculo considerando que ellos tenían que pasar por estrechos pasillos, cuartos, desniveles, ductos, en medio de un estado de trance muy fuerte que probablemente los hacía ver visiones de esta escultura Chavín, lo que hacía de ésta una experiencia aterradora e intensa.
Una vez culminado este proceso de iniciación, eran presentados en la plaza circular frente a todo el pueblo para celebrar y admirar la fortaleza que demostraron los nuevos sacerdotes, considerados como seres sagrados, cercanos a los dioses.
El Oráculo y los sacrificios
Hace tres mil años, los primeros habitantes de estas tierras querían una respuesta para calmar sus desgracias, una fórmula para paliar la ira de los dioses que los castigaban, quizá con una enfermedad o con la inclemencia de los desastres naturales. Hasta el centro ceremonial de Chavín llegaban hombres de la costa y la selva en busca de verdades místicas.
Thomas Patterson sugiere que el Lanzón pudo estar vinculado a un oráculo y que los adivinadores venían del segundo piso, arriba del Lanzón, lo que hacía pensar a los que estaban en el piso de abajo, frente al Lanzón, que la voz salía del propio dios.
Los llamados "sacerdotes" eran brujos y chamanes que rendían culto a sus dioses y oficiaban ceremonias. El Lanzón posee fisuras por donde los sacerdotes de la época hacían correr sangre de los sacrificios de animales e incluso humanos para calmar la ira del dios Chavín. Por eso se cree que el lanzón monolítico sea la imagen de un dios terrible, castigador y bebedor de sangre.
Durante las excavaciones de Luis Lumbreras en la Galería de las Ofrendas asociada a la terraza de la plaza circular hundida, este investigador realizó el hallazgo de fragmentos de huesos humanos de, al menos, 8 individuos que tras un análisis bioantropológico le indicaron el consumo de partes anatómicas humanas y que postuló como un "canibalismo ritual".
La maldición del Lanzón
Muchas de las expresiones culturales halladas en los sitios arqueológicos, han sido retiradas para ser exhibidas en diversos museos, sin embargo, el Lanzón Monolítico aún se mantiene en su lugar de origen, ya que existe la creencia de que si se le retira de su lugar, o solo se intente retirarlo de su ubicación, se podría desatar una gran catástrofe.
Esta creencia se vio reforzada por lo ocurrido el año 1945, cuando las autoridades de Huaraz decidieron retirarlo. Sin embargo, justo el día que fue programada la intervención, se produjo un gran alud y con ello el desprendimiento de una roca de hielo que obstaculizó el camino, postergándose y descartándose posteriormente el retiro del mismo.
¿Dónde ver el Lanzón Monolítico?
El Lanzón Monolítico se conserva en una de las galerías interiores del Complejo Arqueológico de Chavín de Huántar, que se encuentra a 462 kilómetros al noreste de Lima, en el departamento de Ancash. El tiempo de recorrido desde Lima es de aprox. 10 horas. Se recomienda tomar los buses que parten hacia la ciudad de Huaraz (8 horas). De Huaraz está a solo dos horas y hay colectivos que llevan hasta allí.
El famoso Lanzón Monolítco, deidad suprema de la cultura Chavín, se encuentra ubicado dentro de una de las galerías interiores del Complejo Arqueológico Chavín de Huántar. Es una de las pocas piezas de arte preinca que aun se conserva en su lugar original. ¡Visítalo con tu familia y amigos!
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