La Leyenda de Naylamp
El Mito de Naylamp narra el origen de los gobernantes de la cultura Lambayeque, y sus ciudades quienes señorearon en la costa norte del Perú entre los años 700 a 1300 d.C., época en la que fueron conquistados por sus vecinos, los Chimú, quienes en 1470 fueron, a su vez, conquistados por los Incas, para posteriormente ser dominados por los españoles en 1535. La leyenda fue rescatada por Miguel Cabello Balboa en su "Miscelánea Antártica" publicada en 1586, quien recibió el relato de Martín Farro Chumbi, cacique de Túcume (descendiente de los gobernantes de Lambayeque).
La historia comienza en tiempos antiguos, cuando llegó a las costas de Lambayeque una flota de balsas, a cuyo mando iba un gran señor, hombre de mucho valor y calidad llamado Naymlap, Viajaba acompañado por una numerosa comitiva que lo seguía con reverencia y adoración como a gran caudillo. Estaba su esposa, llamada Ceterni, un numeroso harén, cuarenta de sus más valientes capitanes y su servidumbre personal.
Estaba el trompetero oficial (uno de los cargos más prestigiosos) llamado Pita Zofi, quien se encargaba de hacer sonar el pututo. Ñinacola, encargado del cuidado del anda y trono de Naymlap. Ñinagintue, encargado de la bebida. Fonga Sigde, quien tenía por misión esparcir polvo de mullu por donde pisaba su Señor. Occhocalo, el cocinero. Ollopcopoc, encargado del baño. Xam Muchec quien pintaba el rostro de Naymlap, adornaba y untaba con finas esencias. Llapchiluli, tejía y bordaba para su señor y elaboraba camisas y mantas usando la fina y complicada técnica de la aplicación con plumas de vivos colores. Además de una numerosa y casi incontable muchedumbre.
Desembarcaron cerca a la desembocadura del río Faquisllanga y caminaron tierras adentro por aproximadamente media legua hasta encontrar lo que a su parecer era el lugar más apropiado para establecerse. Allí todos sus seguidores construyeron palacios como ellos sabían hacerlo y llamaron al nuevo poblado Chot (actualmente la Huaca Chotuna).
Los oficiales y seguidores de Naylamp veneraban con devoción bárbara a un ídolo enorme tallado en piedra verde con el rostro de su señor, el que había sido transportado desde sus tierras desconocidas, y decidieron ponerlo a manera de estatua en el centro de la cuidad para ser adorado. Esta estatua fue llamada Yampallec, que significa figura y estatua de Naylamp.
Esta gente vivió muchos años en paz y trabajando para servir a su señor Naylamp, al que veneraban y cuidaban de manera sigilosa. Pasaron los años viviendo en paz, construyeron casas, labraron la tierra y le tomaron mucho cariño a su nuevo terruño. La gran parte de la población se dedicaba a la agricultura y pesca (vivían a orillas del mar), así como a la fabricación de piezas de barro como vasijas y cántaros para los rituales, y herramientas de agricultura a base de metales. Durante todo este tiempo Naylamp tuvo muchos hijos en cada una de sus mujeres.
Pero el tiempo no perdona y la muerte visita al gran Naymlap. Por temor a que no se entienda la mortalidad del caudillo y Señor lo enterraron a escondidas y dijeron por todas partes que con prodigioso poder se había convertido en ave y había volado lejos de allí. Su hijo mayor y heredero del reino, Cium, salió a dirigirse a su pueblo y dijo: Nuestro Señor y querido padre mío, ha tomado alas por su propia virtud y volado desapareciendo en el cielo donde morará desde ahora y vigilará y cuidará de nuestras vidas.
Consternados y muy dolidos quedaron sus más cercanos y leales seguidores, los que viajaron con él desde la parte suprema del Perú. No podían comprender por qué su amado señor Naymlap los había abandonado. Presos de la desesperación no dudaron en abandonar casa y familia, hijos, nietos, tierras y salieron apresuradamente, sin guía ni orden, a buscar a Naymlap y se juraron no regresar hasta encontrarlo y traerlo de regreso así tengan que ir hasta donde nadie había llegado. Nunca más se supo de ellos.
Al irse en busca de Naymlap, todos los que habían venido con él, quedó la tierra poblada sólo por los que habían nacido en ella. Uno de los principales oficiales del reino preguntó acongojado: Si nuestro señor Naylamp no mora entre nosotros ahora, ¿Quién dirigirá nuestro pueblo? A lo que muy preparado Cium respondió: Nuestro Señor es inmortal, seguirá gobernándonos y hará saber sus decisiones a través de mí, que seré su instrumento para dirigirse a ustedes. Y fue a así que Cium se convirtió en el nuevo caudillo, tuvo muchos hijos en distintas concubinas como su padre.
Cium vivió muchos años y al sentirse próximo a morir, se metió en una cueva subterránea y se dejó morir, pues no quería que se supiese que era mortal y más bien quería que lo crean inmortal y divino para mantener la teoría de inmortalidad de su padre. A la muerte de Cium, su hijo mayor asumió el liderazgo de esa población y así sucedió con muchas generaciones, hasta que llegó un desafortunado gobernante llamado Fempellec.
Fempellec ya no creía en la divinidad de Naylamp ni de sus antecesores, por lo que mando mudar la estatua de Naylamp desde Chot a otro poblado; sin embargo no consiguió trasladar la estatua, y como castigo se le presentó el demonio en la figura de una hermosa mujer que tentó a Fempellec consiguiendo que duerma con ella. Consumada la unión entre el demonio y Fempellec se desató una lluvia intensa (nunca antes había llovido por esas costas). El diluvio duró treinta días al que le siguieron varios años de sequía y hambruna.
Los sacerdotes sublevaron al pueblo contra el rey indigno, lo capturaron y atado de pies y manos fue arrojado al mar. Al quedar sin rey, los lambayecanos fueron conquistados por el poderoso guerrero Chimú Capac, gobernante de la cultura Chimú, quien llegó desde el sur con un gran ejército y se apoderó de esas tierras siendo así el final del poblado fundado por Naylamp.
El Complejo Arqueológico Chotuna Chornancap
El escenario al que refiere la leyenda de Naymlap, sería lo que hoy se conoce como el Complejo Arqueológico Chotuna Chornancap, un lugar sagrado ubicado a 8 km al oeste de la ciudad de Chiclayo, en la costa norte del Perú. El sitio tiene una extensión de 95 hectáreas sobre una llanura arenosa.
En los años 80 el arqueólogo norteamericano de la Universidad de California, Christopher B. Donnan, especialista en la cultura Moche realizó trabajos en el lugar, buscaba probar que Naymlap era de la cultura Mochica, sin embargo concluyó que "lo que hemos encontrado encaja perfectamente con la leyenda". Publicó el libro "Chotuna y Chornancap: Excavando una antigua leyenda peruana".
Posteriormente, los arqueólogos del Museo Brüning de Lambayeque, dirigidos por Carlos Wester La Torre, continuaron los trabajos. A fines del año 2009, extrajeron las arenas que cubrían una estructura de 250 metros cuadrados junto a la huaca Chornancap, que se cree fue el sagrado templo de Naymlap. Una serie de pinturas representando ceremonias que se realizaban en el templo, cubrían la zona alta de las paredes de adobe. Se ubicaron troncos de algarrobo que formaron parte de la estructura del techo, y un trono en perfecto estado de conservación que debió ser utilizado por la máxima autoridad.
El mismo equipo en el año 2011 encontraron una tumba, que por los vestigios asociados podría corresponder a un nieto de Naymlap. En palabras del arqueólogo Carlos Wester La Torre: "Los personajes de la leyenda Naymlap sí existieron". Hasta hoy los pobladores temen y respetan el sitio, pues piensan que en sus profundidades aún están Naymlap y sus descendientes.