El maíz andino
El maíz es un cultivo tradicional de la serranía andina, se lo cultiva desde épocas prehispánicas, conocido con el nombre de Sara. El Perú es, junto con México la cuna mundial del Maíz, pero el primero tiene la ventaja de contar con más variedades silvestres de este alimento según una investigación realizada por científicos peruanos y extranjeros. Actualmente es el cereal de mayor producción en el mundo, por encima del trigo y el arroz.
La Leyenda del maíz andino
Sara-Chogllo, era una mujer fuerte, guerrera por naturaleza y como todas las mujeres de su raza, apoyaba incondicionalmente a su compañero Wiru en el campo de batalla. En el calor de la lucha, una larga flecha de bambú encontró fatalmente el corazón de la mujer y le robó el calor de su aliento.
Wiru, al mirar el cuerpo inerte de su amada, se arrodilló a su lado y dejó escapar los más dolorosos lamentos y suspiros que se habían escuchado en todas las montañas andinas. Un incesante río de lágrimas escapó de los ojos de Wiru, con el que bañó el rostro y la herida abierta de Sara Chogllo, purificando así el paso de su compañera al mundo de los espíritus. La ceremonia duró muchos días y muchas noches en los que nada ni nadie se atrevía a alterar el sagrado conjuro de Wiru a sus Dioses.
La madre Quilla (Luna) y el padre Inti (Sol) acompañaron la pena del guerrero en su largo ritual. Cuando el dolor de Wiru empezaba a mitigar, del corazón de Sara-Chogllo, empezó a brotar una planta hermosa que gradualmente tomaba la forma de una guerrera altiva. Al cuerpo que apenas germinaba le crecieron los dientes fuertes y sanos como la sonrisa luminosa de una mujer.
El cabello largo y lustroso bañado por el sol, se tornó en una dorada caricia que llenó de fragancias el vientre en el que se gestaba la nueva vida. Las faldas verdes y lozanas envolvieron con maternal ternura el retoño florecido del amor y del dolor concertados en ese instante fértil. El naciente fruto arrimó su cabeza al esbelto bambú, que seguía fuertemente abrazado a la Pachamama (la Madre Tierra), y fue tomando fuerza.
Cuando el nuevo fruto estaba lo suficiente maduro, Wiru lo arrancó tiernamente con sus manos, lo llamó CHOGLLO, y lo guardó muy cerca de su corazón. Sentía latir en su pecho el fruto de su amor que su amada le había ofrendado como última muestra de cariño. Los hombres y mujeres del pueblo lo recibieron con cantos de pesadumbre. Wiru fue directamente al templo a ofrecerle a Wiracocha el fruto recién nacido del corazón de su compañera. Su sacrificio no estaba completo.
Wiru, aprendió por los consejos de los Amautas (maestros andinos), que para que su sacrificio tuviera recompensa, debería devolver el fruto a la Pachamama (la Madre Tierra), de donde crecería y se multiplicaría, alimentaría a los hijos de su pueblo, y a los hijos de sus hijos, haría sanos sus cuerpos y fuertes sus brazos y haría de ellos una raza de hombres invencibles. Así lo hizo Wiru.
Con sus propias manos abrió la tierra y entregó grano por grano al fruto de su amor y sacrificio último. Desde entonces, año tras año los Incas siembran el maíz en el mes del CAPAC RAYMI (diciembre), cuando empiezan a caer las lluvias y cuando han cesado las lágrimas del cielo, en el mes de mayo y que en quechua es HATUN CUSQUI o AYMORAY QUILLA, (bienvenida lluvia), y que el padre sol ha acariciado con su calor por varios meses a la Pachamama, ésta entrega a los descendientes de Wiru porciones generosas del noble CHOGLLO, que tiene y siempre ha tenido, el sabor amargo de las lágrimas de Wiru y el dulce aroma de su eterna compañera.
Así es amigos, en el Perú, la tierra de los Incas se consume el maíz tierno, a este lo llaman Choclo, es de consumo obligado en sus más afamados platos, el Ceviche y en otros tambien exquisitos. Dicen que no hay choclo más delicioso que el del Cusco.